El
coche eléctrico es, a largo plazo, el
futuro del automóvil. Se divide en dos tecnologías principales, los
coches eléctricos de baterías (BEV) y los de pila de
combustible (FCEV). Nos vamos a referir a coches
eléctricos con baterías por omisión, ya que la pila de combustible se basa en
otro principio y son diferentes.
También tienen mucha relación con los coches híbridos (HEV), que
no son más que un coche que combina dos tipos de propulsión: térmica y
eléctrica. Un coche eléctrico solo dispone de uno o más motores eléctricos, si
incluye un motor térmico entonces estamos hablando de un coche híbrido.
A nivel mecánico
los coches eléctricos no pueden ser más simples. El número de piezas móviles se
reduce al máximo, apenas hay piezas de desgaste y son los motores más fiables
conocidos por el ser humano. Por otra parte, son lo más eficiente que hay, convierten en movimiento más del 90%
de la energía que consumen.
No obstante, no
se aprovecha toda la energía de la baterías, y se pierde energía por el calor
de las mismas, en la transformación de la electricidad, el transporte y por las
propias ruedas del vehículo. Aún considerando todas las pérdidas, la eficiencia es indiscutiblemente superior a
un coche convencional o híbrido.
Luego está la
cuestión del origen de la energía. Partiendo de la energía más contaminante, el
carbón, las emisiones “del pozo a la rueda” (Well to Wheel) son
menores en un coche eléctrico que el mejor de los coches convencionales,
incluyendo híbridos. A igualdad de
fuente de energía, como el petróleo, gastan y contaminan menos.
No producen ninguna emisión contaminante en su entorno, solo en los lugares de generación,
normalmente aislados de las poblaciones y en lugares controlados, y en menor
cantidad. Si el origen de la energía es renovable (solar, eólica, maremotriz,
geotérmica…) las emisiones globales son CERO.
Las baterías
exigen cierto impacto ambiental en su fabricación, pero al final de su vida
útil pueden ser recicladas en casi el 100% de los materiales y de hecho la normativa de la Unión Europea exige que se
reciclen todas y en lugares específicos. Este componente fija casi todas
las limitaciones del vehículo.
La energía de las baterías solo puede provenir de enchufes de la red
eléctrica. El uso de
energía solar en el coche está demasiado en pañales, los coches solares son
ridículamente ligeros, lentos y no pasan de ser prototipos. Para que os hagáis
una idea, un coche como el Toyota Prius, con ocho horas de luz solar, no
recupera energía ni para recorrer 200 metros.
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